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lunes, 4 de junio de 2012

El doctor Miguelañez (bitter pill to swallow)


Any resemblance to real events and/or to real persons, living or dead, is purely coincidental.

Hoy os voy a contar un cuento. Va de una chica que tiene un neuroma y la tienen que operar. Ya tenía medico pero todo el mundo le decía que mejor iba a buscar una segunda opinión… y ella también al final pensaba que podía ser algo bueno. Entonces un buen día se decidió y llamo un conocido médico, experto en lo que le pasaba a ella, para pedir cita y presentarle su caso.

Secretaria: “Buenos días, despacho del Doctor Miguelañez ¿que desea?”
Chica: “Buenos días, quería pedir hora con el doctor”
S: “le va bien el próximo lunes a las 17:00”
C: “si claro, perfecto”
S: “hasta entonces!”

La chica estaba flipando… con lo lentas que son las cosas hoy en día en la sanidad pública, esto de llamar un jueves y tener cita para el lunes le parecía increíble. Claro que la sanidad privada es otra cosa… y pronto iba a darse cuenta de lo verdadero que resulta esto.

El lunes puntual acude la chica con su pareja a la consulta del emérito Doctor Miguelañez. La chica se sienta en la bonita entrada de la consulta, llena de sofás y con lámparas y cuadros bonitos. Había muchísima gente y la chica se preguntaba “¿pero cómo puede un doctor solo ver a tanta gente un mismo día?”. La chica se puso a observar junto con su pareja como estaba organizado el todo. Al cabo de un rato de esperar (tres cuartos de hora) la llamaron para hacerle una audiometría (ella no lo había pedido, ya se la habían hecho en otro médico antes pero pensó "bueno, igual es mejor que me controlen otra vez) y paso a la sala de la audiologa. 

Al salir esperó media hora más y la llamaron para ver un médico que no era el emérito, el medico la recibió con una sonrisa y varias bromitas que se le pasaron enseguida al ver la resonancia magnética que la chica llevaba. La chica dijo “es que se perfectamente lo que me pasa por esto he pedido cita con el doctor, porque él es experto en esto para saber su opinión. No necesito un diagnóstico, necesito una opinión más”.
La chica vuelve a la sala de espera y le dicen que antes de hacerla pasar con el doctor necesitan hacerle más pruebas que se van a necesitar para evaluar la situación. 

La chica espera más tiempo… tic, tac, tic, tac… tiene las tetas que le explotan porque había ido al trabajo y luego al médico y no pensaba volver tan tarde a casa… tic, tac, tic, tac… pensaba en el niño en casa sin ella desde bien pronto por la mañana y los pechos a punto de explotar… tic, tac, tic, tac… pasa media hora más y la llaman para las pruebas. 

Le hacen las dichosas pruebas y vuelve a la sala de espera… tendrá que esperar el informe de las pruebas para poder pasar con el emérito… tic, tac, tic, tac… ai cuanto tiempo tardan? tic, tac, tic, tac.

Por fin llegan, al cabo de 20 minutos más y ahora la chica solo tiene que esperar para ser recibida por el doctor. La hacen pasar junto con su  pareja a otra sala de espera y la pareja (gran observador) se da cuenta cómo funciona la consulta. Su interés en la automatización de procesos le hace entender “cómo está montado el tinglado”.

Cada sala tiene una videocámara y un sistema que indica si está llena o vacía. Van pulsando los botones a medida que las personas entran y salen así las salas de las pruebas y de los médicos “menores” están sin ocupar muy poco tiempo. Tiene un sistema de micrófonos para ir llamando a la gente a medida que las salas se liberan.  Es como una cadena de montaje… en lugar de las piezas a fabricar están los pacientes.

La chica y su pareja se ríen un rato… nunca hay que dejar de reírse, ¿recordáis? Les parece poco humano este sistema de optimización, aunque seguro que así se pueden atender cuantos más pacientes (mejor :D). También se dan cuenta que los otros médicos actúan como filtros y solo llegan al emérito los pacientes que tienen algo notable.

Por fin. El emérito. Hombre de 70 años. ¿Aguantaría una operación de 10-12 horas o se quedaría dormido?.

“mire, tengo una experiencia infinita (la chica no lo pone en duda) … pero a usted la han visto en otro sitio? Que le han prometido? (la chica explica que no le han prometido nada, solo le han explicado lo que puede pasar) Ah bien! Olvídese del oído, se va a quedar sorda si o si con un tumor de este tamaño. Yo le garantizo un XX por ciento de afectación del nervio facial (la chica no se explica cómo puede garantizar algo pero no pregunta, solo pregunta como operaria el tumor). Por supuesto entraría por vía trans-laberintica, olvídese del oído, además en las pruebas me sale que tiene un 80% de parálisis facial así que… en pacientes jóvenes hay que extirpar todo y punto. Ni radiocirugía ni nada. ¿Pero se puede saber cómo no se lo han diagnosticado antes?”.

La chica ya tiene el ánimo debajo de los pies. Claro que no ha estado escondiendo esto que tiene… simplemente no se ha visto además tiene muy pocos síntomas… que se acentúan cuando tiene muchas lágrimas en los ojos, como en aquel momento.

Pero aquí no se ha acabado. Todavía queda el gran final. Al salir la chica pasa por mostrador para pagar la visita (y las pruebas que no pidió). 

S: “¿Es de alguna mutua?”
C: “Si pero este médico no me entra”
S: “le preparo la factura”
C: “De paso hágame una copia de todo los resultados, por favor”
S: “son 340 euros”

Los 340 euros más amargos de la vida de la chica. Los de la grúa y multa del coche le han parecido unos caramelos en comparación.

Mientras la secretaria le hace las copias, llega por la parte de dentro del mostrador una “cosa”… una viejestorra con el pelo rubio de bote, pintada, con los labios hinchados de silicona y los pómulos de botox (en todo esto faltaba la bruja del norte). La vieja restaurada empieza a mirar en los papeles de la chica (que mientras esta flipando porque piensa “y esta quien coño es y que hace mirando mis cosas?????”) y luego dice:

Viejestorra: “¿quiere que le haga un presupuesto de la operación?”
Chica (que quería sacarse de encima la cosa esta desagradable): “ No gracias, la clínica me entra en el seguro”
V: “SI la clínica si le entra, pero el honorario del doctor no…”
C: “Si lo necesitara volvería, no se preocupe”.

La chica no le escupe a la cara por simple educación. Educación publica por muchos años y de sus padres desde siempre. Pero muy buena educación.

Al salir la chica dije en voz alta: “por esto la BUENA sanidad tiene que ser publica, universal y para todos, SIEMPRE. Porque igual sí que puedes pagar la operación pero no es asi para todos. Y TODAS las personas que tuvieran necesidad y no tuvieran dinero para pagarla TIENEN derecho a ser operados y asistidos por una Sanidad pública de calidad. Por esto tenemos que salir a la calle.”

Y se fue a casa donde su niño la esperaba para darle un abrazo de estos que no acaban jamás.

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